Globalización y cooperación son las claves
Sergio Lehmann Economista jefe Bci
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Sergio Lehmann
En tiempos de crisis es usual buscar culpables o fallas para explicar el escenario al que se ha llegado. Por ignorancia o dogma político, los candidatos habituales son el capitalismo y la globalización. Ello representa un profundo error que toma un mensaje simplista, que no se sustenta teórica ni empíricamente, pero que haciendo eco en una parte de la población, tensiona el clima y frena avances que apuntarían a recuperar el dinamismo de la economía. Más aún, la salida de la crisis exige una mayor globalización y un capitalismo cercano a las personas.
No hay duda alguna de que la emergencia sanitaria que estamos viviendo conlleva un alto costo económico y social. Se advierten profundas caídas en la actividad económica, que vendrán con incrementos en el desempleo y la pobreza, a pesar de los esfuerzos de contención que se han implementado. La demanda interna se ha visto muy golpeada, por lo que es natural buscar crecer en mercados externos, llegando con nuestros productos a cada rincón. Como señalan los textos básicos de economía, los países deben sacar partido de sus ventajas comparativas y ampliar los destinos.
Ello apunta, sin ambigüedad, a que el intercambio comercial y financiero debe fortalecerse. Tal como se deduce de las últimas crisis que ha experimentado el mundo, la salida siempre ha venido con un mayor comercio internacional. Esta vez no será la excepción. Las tensiones entre China y EEUU probablemente persistirán, pero ambos reconocen que sin el otro, su desempeño económico se ve seriamente dañado. Por tanto, buscarán alguna fórmula para resolver sus diferencias.
Potenciar la globalización, sin embargo, no es suficiente. Es necesario también dar apoyo a la demanda interna, de forma de acelerar la recuperación económica. Para esos efectos, la cooperación entre los distintos sectores políticos, Gobierno, actores sociales y empresas es clave. Remar juntos para el mismo lado nos permitirá recuperar el rumbo y afirmar la economía. En este ámbito, dados los cambios culturales que nos ha traído la crisis, es especialmente sensible apoyar a aquellas empresas que requieren una reconversión de forma de adaptarse al nuevo escenario que se dibuja. Esto contempla el desarrollo de canales digitales y reconocer las nuevas necesidades de la población.
La cooperación debe darse también a nivel internacional. En esta crisis hemos visto una notable falta en el liderazgo global, con el consiguiente déficit de esfuerzos coordinados en acción e información, que habrían moderado los impactos económicos de la pandemia. Sin duda no estábamos preparados, lo que hace urgente tomar nota y hacernos cargo globalmente de la necesidad de abordar y contener de forma conjunta estas emergencias.
Con toda seguridad ésta no será la última crisis de naturaleza sanitaria, por lo que es necesario prepararnos para no volver a enfrentar un escenario doloroso como el actual, con pérdidas de vidas y alto costo económico y social. Se exige la elaboración de protocolos, la disposición flexible de capacidades en atención de salud y, aún más fundamental, campañas de educación que lleven a un comportamiento responsable. Un reciente estudio publicado por el National Bureau of Economic Research de EEUU, revela que en la actual pandemia la población chilena se encuentra entre las que menos colabora considerando casi 60 países, en resguardar el distanciamiento social, en el lavado frecuente de manos y en quedarse en sus hogares cuando debe hacerlo. Los costos que pagamos por ello son demasiado altos.